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¿HEMOS DE RESPETAR LAS DECISIONES JUDICIALES?
¿ES JUSTA LA JUSTICIA?
En primer lugar, habrá que pararse a pensar en lo que significa respetar. Según la definición del diccionario significa dispensar la consideración debida, tolerar...
Actualmente vivimos en un mundo judicializado. Todo ha de pasar por el juzgado, todo ha de litigarse, y es susceptible de ser denunciado. Tanto incluso que el reciente Ministro de Justicia plantea el cobro de una tasa que modere esa tendencia.
Considero que es producto de la conflictividad, se tiende a la contraposición, al conflicto, más que al acercamiento de posturas, a la mediación, al consenso...
Sin embargo, paradójicamente, que se recurra tanto a la Justicia no quiere decir precisamente que se valore la misma.
Casi la mitad de los españoles considera que la Justicia funciona mal o muy mal, y los ciudadanos suspenden a la Administración de Justicia. Siete de cada diez consideran que es muy lenta, y casi la mitad no cree en la imparcialidad de los tribunales.
La gente, por tanto, parece considerar que no hay Justicia en este país, y arremeten contra las decisiones judiciales.
Yo soy un profesional de ello. Mi trabajo entre otras cosas, consiste en criticar las resoluciones judiciales, analizarlas hasta el mínimo detalle, buscarles punta y desmantelar todos los argumentos o motivos que llevan a determinado juez a tomar una decisión, siempre que ésta sea contraria a los intereses de mi cliente.
Y he de decir que a lo largo de mis años de profesión me he encontrado con muchas sentencias que he considerado injustas (algunas en contra de los intereses que yo defendía, pero también otras a favor de ellos).
También he de reconocer que a lo largo de estos años también he recurrido sentencias que en esencia me parecían adecuadas. Porque no hay sentencia perfecta, los Jueces son personas.
Pero en los últimos años asistimos a un incremento considerable de la presencia de la Justicia en la vida pública. Curioso en una materia tan ardua para la población en general y un lenguaje tan específico e inaccesible para los no especialistas.
Por supuesto que estoy de acuerdo en que no solo los especialistas tienen derecho a opinar y discrepar. Las sentencias son públicas, y eso significa que son accesibles para todo el mundo.
Los medios de comunicación, tanto los que entendemos serios como aquéllos que ni ellos mismos se dan esa consideración, hablan de procedimientos, sentencias, fallos, jueces y condenas con frecuencia y total desenvoltura.
Los medios tienen como uno de sus principales objetivos, vender. También informar, pero no siempre es una prioridad la objetividad e imparcialidad, si no a veces crear una corriente de opinión en determinado sentido.
Lo que sabe la gente es lo que publican los medios. Y es mucho: quien no ha visto alguna noticia sobre Urdangarín, Camps, Marta del Castillo, José Blanco o Garzón. Pero pocos son capaces de dar una definición de malversación de caudales públicos, cohecho impropio, autoencubrimiento impune, suplicatorio o los requisitos para intervenir las comunicaciones de imputados en prisión.
La cuestión es si esa información les permite crear un criterio suficientemente sólido al respecto. A veces hace falta algo de formación, rigor y tiempo para poder generar una opinión con entidad, estemos o no de acuerdo con ella.
Juan Molpeceres, Valencia, abogado
y muy activo colaborador en el Casal de la Pau
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